Buscando el mundo interior.
Pensaba yo que me iba a encontrar con algo más vacío o fragmentado en este blanco tochal de Will McPhail, y cual ha sido mi sorpresa al recibir un puñetazo de humanidad tremendamente lúcida, con delicadas y bellísimas decisiones narrativas visuales y un entretejido de tragedia y comedia cotidianas muy difícil de conseguir.
Nuestro protagonista, un ilustrador llamado Nick (imagino que bastante basado en el propio McPhail) simplemente va tirando. Una vida normal, con sus altos y sus bajos, sin drama. Pero comienza a obsesionarse con una idea: conseguir comunicarse de forma REAL con la gente que le rodea. Eso de abrirte a una persona y que esta se abra a ti de forma que puedas acceder a su mundo interior, a esa forma de vivir la vida abstracta e indescriptible única de cada ser humano. De escapar del habitual "hablar del tiempo" y conseguir engancharte con una persona a base de sinceridad. Con quien sea. Amigos, familia, desconocidos.
Y joder, que McPhail lo retrata de una manera súper tangible, lógica y poética. Es una de estas historias que te da ganas de llorar, pero no por la mierda que la vida te tira encima (que también la muestra, ojo), sino por la cruda sencillez con la que consigue retratar las interacciones humanas contemporáneas y lo realmente especial y significativa que puede ser para tu vida una conexión sincera y abierta con alguien (y más aún después de la pandemia global que hemos experimentado, que nos ha animado a muches a cambiar nuestras prioridades vitales).
Ademas, la historia tiene giritos demoledores de guión, critica hilarante a la vida moderna... me parece muy llamativo como consigue ser graciosísimo, patético, alegre y esperanzador al mismo tiempo. Del intimísimo uso del color no os digo nada. Ya lo veréis.