Vivir para recordar.
Terminada esta delicia de tres tomos, que por supuesto al ser de Yuhki Kamatani me iba a encantar sí o sí, pero que ha cerrado perfectamente, de forma dulce y calida, y sin esquivar reflexiones sobre la vida y la muerte para las que no hay respuesta correcta ni explicación satisfactoria. Pero es que al final, lo que importa es la travesía.