Insomniacs after school #14

No me des esos sustos, Makoto Ojiro.

Maldita Makoto Ojiro, que casi nos mata de un susto en el último tomo de la, ahora sí, maravillosa 'Insomniacs after school'. Un título caramelito en el que no pasa nada más que dos adolescentes viviendo sus últimos días de instituto, enamorándose, siendo perfectamente tiernos y abrazables y cuidables y protegibles... con una espada de Damocles en forma de enfermedad cardíaca crónica pendiendo sobre sus cabezas.

Una serie preciosa, contemplativa, tranquila y plácida, un pequeño documental de juventud japonesa, con mucho amor por el paisaje (tanto urbano como natural), la fotografía, el firmamento, las transiciones sosegadas y el detalle. Un recordatorio de que vivir es bello, con tristeza y alegría sin exageración e hipérbole, como muy habitualmente es la vida misma. Una duración en mi opinión perfecta, ni le sobra ni le falta, a la que seguramente haya quien le pueda criticar que "no pasa mucho", pero, ¿sabéis qué? Que yo creo que pasa mucho: pasa la vida.

Y cómo nos ha querido trolear Makoto Ojiro en este último tomo. Qué vuelco al corazón, maldita. Pero no nos has traiciinado. Porque la vida a veces no traiciona.

Echaré de menos a mis hijes.