Que no se entere.
Hoy es una de esas noches en las que, más que daros la turra, me apetece simplemente mostraros algo bonito. En esta página de la segunda aventura de la Pequeña Genia, probablemente mi favorita, Álvaro Ortiz dice muchísimo con muy pocas palabras, y encima lo acompaña de unos colores maravillosos de fantasía. Mordacidad de sus diálogos al margen, los cómics de La Pequeña Genia son un lugar seguro. Pequeñas joyas que revisitar, regalar, prestar y disfrutar repetidas veces.
Pero no le digáis a Álvaro que lo he dicho, que se flipa.