Serie B, de Brillante.
No hay una sola viñeta, de los catorce añazos durante los que el autor serializó esta obra recopilada en tomo por Fulgencio Pimentel, en la que no se destile cariño, paciencia y calma. No hay ninguna viñeta superflua ni accesoria. Creedme: leo muchos cómics repletos de viñetas que parecen ser mero relleno para entretener el ojo, que rinden toda su fuerza ante el guion. O todo lo contrario: bellas ilustraciones vacías de significado que no tienen nada de narrativo. Pero hay artistas que consiguen todo lo contrario: que la viñeta más aparentemente tonta y anodina esté pensada y repensada, puesta ahí por un motivo, que no sea un mero puente entre una y otra.
Tenéis que tener en cuenta varias cosas: lo primero es que no conocía a Sammy Harkham. Lo segundo es que no empatizo especialmente con los personajes, sus vidas ni sus dificultades cotidianas. Y por último, que los entresijos del cine de serie B en los 70 y el intento de medrar en dicha industria no es un tema que me interese especialmente de antemano a título personal. Pero una cosa tiene que quedar clara: si está bien contado, bien narrado, a mi me interesa absolutamente todo en esta vida. Y una característica definitoria de 'La Sangre de la Virgen' es que, cuando finalicé sus 293 páginazas, pregunté mentalmente al vacío: "¿no hay otro capítulo? ¿No puedo seguir leyendo? ¿De verdad no hay más? ¿Aquí se acaban estas vidas?"
Harkham me ha demostrado así ser uno de los mejores y más grandes narradores de cómic de la actualidad, uno de esos que domina tan a la perfección el "cómo", que convierten en irrelevante el "qué".
Traduce Alberto García Marcos.
Cartoné. 293 paginas. 35€